Tú siempre, Tú nunca.

No hay nada que frustre más a un hombre que estas tres, y muy usadas, frases: Tú siempre, tú nuca, no tengo nada ¿Te suenan familiar?

Es típico, nos enojamos, ponemos cara, no les dirigimos la palabra, es obvio que nos pregunten que qué tenemos, si no lo hicieran significaría dos cosas, que no te conocen porque ni siquiera nota tus cambios de humor, o que no le interesas, ya que dominan que estas irritada pero no quieren saber el porque o les da flojera pelearse.

La solución es sencilla, cuando te enfurezcas y tu pareja te pregunte simplemente dile la verdad, que estas molesta pero que no quieres hablarlo en ese momento, no tiene nada de malo, si él insiste en dialogar pídele que respete tu decisión; tu no estás en mood y es mejor pensarlo con la cabeza en frío, o pueden lastimarse por algo que seguro es una estupidez. Y por favor, no vuelvas a decirle que no tienes nada, estar molesta es un sentimiento normal, acéptalo y díselo, es tu pareja, tú no tienes la obligación de estar todo el tiempo sonriente, si él cree que si, entonces cómprale una muñeca.

Otras dos armas contraproducentes son el “nunca” y el “siempre”, sólo recuerda tus años mozos cuando por una o dos veces que hacías o dejabas de hacer algo tus papas te aniquilaban con estos vocablos, seguro te chocaba, lo mismo les sucede a ellos. Ahora imagínate que tu pareja siempre te reclama de algo, como por ejemplo que no le mandas mensajitos, y cuando al fin lo haces, él en lugar de darte las gracias te reclama: “Ay que milagro, tú nunca me envías mensajitos”, definitivamente no es alentador.
No reclames con estas dos palabras, ya no eres una niña, dialoga como adulta, tu pareja debe ser de tus apoyos principales no tu base de ataque.