Dulces mentiras

Por ingenuidad, miedo o necesidad, las creemos, como cuando nos contaban historias de niñas:

No eres tú, soy yo.
Las relaciones son de dos, si él tiene problemas debería ir al psicólogo no terminar la relación.
La realidad: ya no se siente cómodo y no sabe como decírtelo.

Iba a llamarte.
Típico, dice que te marcará, pasan las semanas y no lo hace, lo encuentras en algún lugar, saluda y dice la frase (sí claro, estaba muy ocupado). Sonríe, los dos fijen que nada paso, y obviamente vuelves a caer, o te retiras a tu mesa mientras bebes y piensas si será cierto.
No, aunque duela, no le interesas de lo contrario te habría buscado, la pasaron bien esa noche o salida pero eso fue todo, no trascenderán a más.

Te extrañe.
Después de semanas te llama(o mensajea) y jura que te extraña, dándote todas las “razones” por las que no había podido comunicarse. Al final logra convencerte para verse y comienzan de nuevo el juego.
¿Amor? es más bien un capricho, no ha superado la etapa de niño malcriado, cuando tiene lo que quiere se va, cuando lo pierde regresa.

Dale vuelta a la página, crea tu propia historia, donde las dulces mentiras no existen, y tú y tu pareja se comunican honesta y respetuosamente, aunque a veces duela la verdad(es parte de irse acoplando, es normal y sano).